—…No solo somos empleados, somos la cara de la empresa, una en la que todos cumplimos un rol, igual que en una familia…
Manuel Guido Torres, mejor conocido en redes como “Manguito”, trabajaba para una cadena de supermercados en el área de tecnología, sus jornadas eran remotas por lo que apenas pisaba las oficinas administrativas. Excepto para firmar su rol de pago o asistir a reuniones en las que debía ponerse un traje y sonreír hipócritamente.
Se contenía de hacer muecas mientras escuchaba a Cecilia, la encargada de recursos humanos, dar un discurso sobre el comportamiento de un buen empleado.
— Me encantaría que pudieran verme como una amiga… — La frase provocó diversas muecas entre los asistentes que apenas pudieron disimular.
Manuel intentó faltar, pero Cecilia fue muy clara al resaltar que no lo mataría el saber manejarse profesionalmente con otros miembros de la empresa.
Aquello fue una confirmación de que su pequeño espectáculo en el supermercado era conocido por sus superiores, aunque no dejaba de ser extraño, nunca antes se metieron en su vida personal, ni siquiera al saber lo que subía a redes.
No le parecía justo recibir una charla sobre acoso laboral por coquetear con un cajero que ni siquiera era consciente de que eran compañeros, casi parecía que intentó ligarse a la hija del jefe. Pero le gustaba su salario, así que Manuel se mordió la lengua y pretendió que el problema no era con él.
— Por favor socialicen todo esto con sus respectivos equipos, pueden retirarse.
Un grupal gracias con diferentes estados de ánimo dio por terminada la reunión, internamente agradeció que estuvieran presentes únicamente los encargados de cada sucursal, no sabría qué cara poner si tuviera que encontrarse con Sego en un ámbito más profesional.
Fuera del horario laboral, podría pensar en algunas cosas que le gustaría hacer.
Aunque Sego no lo había contactado de manera directa, solo comenzó a seguirlo en todas sus redes y ponía corazones en sus fotos o videos, le parecía lindo que alguien que le coqueteaba en un supermercado lleno de cámaras no fuera capaz de enviar un simple mensaje.
— Manuel, ¿Podrías quedarte un momento?
La voz de Cecilia le provocó cierta sensación de pánico que consiguió disimular con una sonrisa amigable — Si, claro, ¿Para qué soy bueno? — Dijo con tono ligero.
— Venga conmigo, Don Francisco quiere hablar con usted. Apenas escuchó el nombre su sonrisa tembló, Francisco era el duro de la empresa, el jefazo, el jefe de su jefe, solo lo había visto una vez, en la fiesta de navidad del año pasado.
Siguió a Cecilia por el laberinto de pasillos que eran las oficinas administrativas ¿Porqué el jefazo querría hablar con él?, ¿Acaso ese hombre no pasaba en Quito?, ¿Qué hacía en Cuenca?
La voz de Cecilia lo sacó de sus pensamientos.
— No se preocupe, Don Francisco sabe que usted es muy bueno en su trabajo y jamás ha tenido problemas, solo que ahorita andan revisando todo y quiere tratar algunas cosas personalmente, pero no está en problemas ni nada.
No sonaba como si no tuviera problemas.
Pudo ver al jefe mucho antes de llegar a la puerta, ya que había grandes ventanales en todas las oficinas para vigilar que estaban haciendo todos, como si no bastara con las cámaras.
Cecilia tocó la puerta antes de pasar y saludó con bastante familiaridad al jefe, era parte de su protocolo no escrito, sonreír siempre y lucir contento de ver a tus compañeros o superiores.
— Don Francisco, ¿cómo está? — Manuel se acercó para estrechar su mano como si estuviera saludando a un viejo amigo muy querido — Hace tiempo que no se pasaba por aquí, que gusto verlo.
— Igualmente, ya extrañaba Cuenca, espero que Cecilia no te haya asustado con esta reunión Miguel.
Se contuvo de corregirlo — No, para nada, solo me dijo que quería conversar conmigo.
— Mejor, mejor, pero tomen asiento — El hombre se aclaró la garganta, parecía dudoso de cómo continuar — Mira, Miguel…
— Es Manuel, Don Francisco — Corrigió en voz baja Cecilia.
— Manuel, Manuel… — Dijo sin darle importancia al error — Como sabes, en esta empresa somos muy abiertos de mente, respetamos la vida privada de los empleados, siempre y cuando sean responsables, nadie tiene problemas con nadie, ¿Verdad?
— Por supuesto, la vida personal de cada uno es eso, personal, pero…— Cecilia miró al jefe como buscando aprobación — Pero claro, debemos recordar, como le dije en la reunión hace un ratito, que a veces somos más que empleados, y hay que tener cuidado con pequeñas acciones que pueden llegar a ser… este…. algo incómodas para otros.
Para Manguito era evidente de qué estaban hablando, pero ninguno parecía querer decirlo directamente, ¿Por qué tanto escándalo?, se preguntaba si tal vez en alguna parte de su contrato estaba especificado que no podía tener una relación con alguien de la empresa.
— Exactamente, me quitaste las palabras de la boca — Apoyó Don Francisco — Nunca sabemos si para otros, lo que hacemos puede resultar incómodo.
— Entiendo, tal vez, ¿Han recibido alguna queja sobre algo que haya hecho? — Para Manuel sería bueno saber si Sego se había quejado, no lo veía posible, él fue quien sugirió llevar las cosas a otro lado, pero nunca se sabe.
— No se trata de quejas — Don Francisco se puso más serio — Mira Manuel, Cecilia me dice que eres muy bueno en tu trabajo, pero esto que pasó en la sucursal de la feria libre no se puede repetir, tenemos una imagen pública que proteger y estos shows no benefician a nadie, además de que no me gusta que mis empleados se anden distrayendo con cosas que no deben.
El cambio de ánimo fue demasiado brusco, pero ahora estaba más intrigado.
— Míralo como una oportunidad para mejorar ciertas cosas que tal vez estamos haciendo mal, no es un llamado de atención ni nada, y por esta ocasión, no afectará tu hoja de vida — La sonrisa de Cecilia no concordaba con la amenaza implícita.
Como si le estuvieran haciendo un favor al no afectar su hoja de vida por un incidente que no tenía idea porque era tan importante.
Pero de nuevo, le gustaba su sueldo y no era sencillo conseguir un trabajo remoto bien pagado — Entendido, no volverá a pasar.
— Claro que no volverá a pasar, porque eres un muy buen trabajador que sabe lo que tiene que hacer — Don Francisco se relajó en su silla — Bien, eso sería todo, gracias por tu tiempo Miguel.
Manguito puso la sonrisa más falsa que podía hacer sin sentirse forzado, se despidió de forma muy amable y salió, deseando no tener que pasar por esa situación nunca más.
Tomó el tranvía para regresar a casa, el medio de transporte más innecesario que pudieron haber construido en una ciudad como Cuenca, por lo menos era rápido y evitaba el tráfico.
Cuando no estaba en reparaciones por accidentes tontos.
El camino sería algo largo, así que se enfrascó en revisar sus redes sociales, pudo ver varios likes de Sego y corazones en sus historias recientes. Una parte de sí mismo le decía que lo mejor era ignorarlo, había recibido un llamado de atención de recursos humanos debido a esto y básicamente estaba advertido de que no volviera a hablarle.
Aunque la prohibición era dentro del trabajo, y le daba curiosidad saber si había algún tipo de relación entre Sego y el dueño, se metió a su perfil para curiosear un poco, por lo que pudo ver le gustaban mucho las motos, incluso tenía fotos de lo que parecía ser él arreglando algunas.
¿Qué hacía trabajando de cajero entonces?
No tenía demasiado contenido, por lo que llegó rápido a publicaciones antiguas, al parecer había estudiado en la Universidad Caótica de Cuenca y se había graduado hace tiempo, había fotografías con amigos, él con su título y una mujer que seguramente debía ser su madre.
No obtendrá muchas respuestas con eso.
Incluso tenía pocos comentarios, seguramente amigos o familiares felicitándolo, uno de los comentarios era de la madre de Sego, ahora lo confirmaba por las palabras tan bonitas que ponía, sobre lo orgullosa que estaba de que su hijo fuera un profesional.
Dudó un poco antes de entrar al perfil de la señora, ella tenía muchas más publicaciones que Sego, mayormente fotos de comida, paisajes o flores, siguió bajando, de vez en cuando entrando a otros perfiles que estaban etiquetados, al parecer la mujer conocía a mucha gente y era buena tomando fotografías.
Tardó un poco en llegar a las publicaciones relacionadas a la graduación de Sego, habían muchas fotos de todo el evento, incluso un pequeño video del chico recibiendo el título y los aplausos efusivos.
Ya había llegado a casa cuando reprodujo nuevamente el video, sonrió al escuchar la voz de la mujer gritando.
— ¡Ese es mi hijo! — La cámara se movió para enfocar a los otros asistentes a la ceremonia — Francisco, ¿No estás orgulloso de tu hijo?
Manuel casi deja caer el celular en su mano, pausó el video para asegurarse de que estaba viendo bien, incluso tomó una captura de pantalla para poder ampliar la imagen.
Ahí estaba el hombre que había amenazado con despedirlo hace menos de una hora. Hasta donde sabía, los hijos del dueño vivían en Quito y los mayores ni siquiera estaban en el país, además la esposa del hombre era completamente diferente a la mujer que lo acompañaba, dudaba mucho que Don Francisco fuera tan estúpido para dejarse ver con su amante.
¿Qué hacía su jefe en la graduación de Sego?, bueno, ahora era evidente, ellos dos si eran familia, aunque eso no respondía su otra duda, ¿Por qué lo tiene trabajando en un puesto tan bajo?
El hecho de que tuvieran un vínculo explicaba la amenaza, al parecer si se estaba ligando al hijo del jefe.
Eso era emocionante.
— Hmm, vamos a ver qué otros secretitos guardas — entró al chat con Sego donde solo estaban las notificaciones de los corazones a sus propias fotografías.
Cuando estuvo satisfecho con la redacción del mensaje, envió.
Desearía poder ver la reacción de Sego.